miércoles, 2 de diciembre de 2009

Nunca fui un después y nunca fui un antes

A la mañana siguiente desperté con la acidez que me producía no recordarte

Al quinto día quise ver lo que había deshecho

Pero el tiempo aquí se encargo de dejar todos en el techo

No había huellas ni magulladuras

Solo flores secas y ataduras

Solo mantas negras en una noche de abril

Solo vasos vacíos sin rastros de ti

No había sonrisas ni promesas

No había llantos ni destrezas

Solo paños blancos que traslucían el vacío de tu partida

Solo resta esperar el sol de un nuevo día

Con la esperanza de llegar al destino de tu partida.

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